Un
día sin bailar es un día perdido
El camino de una bailarina no comienza de
manera fácil, no siempre se tienen las condiciones físicas necesarias para
desempeñar esta carrera
“La
danza no es un oficio sencillo, requiere de un duro entrenamiento físico, no se
trata solo de aprender coreografías y seguir los pasos, es una profesión que
necesita tiempo, disciplina y constancia”.
Fueron las palabras de Nabia Pérez.
Ballet Arte |
Desde
pequeña estuvo metida en este ambiente porque sus padres eran bailarines. Siempre
soñó con ser reconocida en el mundo de la danza, pero no todos nacen con las
cualidades físicas que se necesitan para ejercer esta disciplina. Nabia siempre
fue de contextura gruesa y tuvo que pasar por muchas pruebas y retos para
llegar a ser lo que hoy en día es.
A los
9 años comenzó a estudiar en Ballet Arte, luego de pasar toda la tarde bailando
salía de las torres de Parque Central y llegaba a su casa llorando y diciendo que no
aguantaba más, su madre siempre la apoyaba y le decía que no era fácil pero que
valía la pena y que algún día recibiría merito por tanto esfuerzo. A los 14
años se graduó como bailarina de ballet, las zapatillas de punta habían deformado
sus pies y su cuerpo había cambiado totalmente. Durante sus cinco años de
estudio forraban su torso y su abdomen para obtener el cuerpo de una bailarina,
sus senos no crecieron naturalmente con el desarrollo, llegó a pesar 45 kilos y
siempre la criticaban por su contextura, lo que creó en ella baja autoestima.
Danza Contemporánea |
Al
salir de allí comenzó a probar otras ramas de la danza y bailó en diferentes
compañías. Bailó en Imagen latina, en el Ballet Nuevo Mundo, en el Ballet
Contemporáneo de Caracas, en el Miss Venezuela, entre otros, y para no depender de sus padres daba
clases desde los 16 años en una academia llamada Venezuela Latin Dance.
Compartía todos sus conocimientos a sus alumnas y trataba de hacer las clases amenas, quería que
disfrutaran la danza, pero sin ser tan estricta como lo fueron con ella.
Salsa Congress |
A
pesar de que estaba cumpliendo su sueño no sacaba de su mente el problema de
autoestima que tenía desde pequeña, su cuerpo tenia las condiciones perfectas
de un bailarín, pero ella todas las noches dormía con las piernas abiertas y
una pesa en cada una para obtener más flexibilidad. Se cuidaba de todo lo que
comía para no aumentar de peso y al levantarse realizaba estiramientos matinales
para calentar.
“Muchos
piensan que no es para tanto, pero trabajar durante 6, 8 y hasta 10 horas
diarias no es fácil, a veces llego a casa con calambres en las piernas y solo
pienso en meter mis pies en agua tibia y acostarme a dormir, pero a pesar del
cansancio todo lo hago con muchas ganas porque la danza es mi pasión. Pienso
que un día sin bailar es un día perdido”, comentó Nabia.
Logró
bailar en muchos lugares, tiene 25 años y ha dedicado su vida a la danza,
constantemente viaja y participa en competencias como el curacao salsa tour representando
a Venezuela y dejándola por lo alto.
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